mardi 19 août 2008

La lenta evolucion de las lenguas

La lenta evolución de las lenguas
Yves Cortez



La resistencia a causa de la inercia colectiva
Es, de todas las instituciones,
La que menos se ofrece a tomar la iniciativa
Ferdinand de Saussure
Cours de linguistique générale (1910)


Acabamos de tomar la medida de la diferencia entre el latín clásico y las lenguas romances. Es enorme. Pero lo más sorprendente es la suposición de que esta transformación se produjo en un tiempo relativamente corto.

Se afirma que la transformación del latín en lengua romance tuvo lugar en un espacio de seis siglos aproximadamente. J. Marozeau[1] resume la tesis generalmente aceptada para el caso del francés: “El latín, lengua del conquistador, progresa sobre las rutas de la colonización, expandido o impuesto por los soldados, los funcionarios, los comerciantes, los colonos, y elimina, poco a poco, los hablares autóctonos, especialmente el galo; pero desde el siglo III, y sobre todo en el siglo V, el latín se topó con las lenguas traídas por las invasiones germánicas. La acción de estos aportes, unida a los sustratos locales, precipita la evolución del latín, y desde el inicio del siglo IX la lengua que se denominaba “lingua romana rustica” presenta las características esenciales de lo que será el francés.” El mismo razonamiento se aplica para los casos de todas las otras lenguas romances. Para Antoine Meillet, “el latín mantuvo estabilidad durante unos ochocientos años. Cuando la unidad de la lengua hablada comenzó a romperse, del siglo III al siglo X, permaneció la unidad de la lengua escrita”[2]. La transformación del latín comenzó supuestamente entre los siglos III y IV, según los autores, culminando entre los siglos IX y X.

Es en este espacio de tiempo, demasiado corto, que el latín fue completamente transformado. Una evolución semejante constituiría un caso absolutamente excepcional en la historia de las lenguas, y aporto pruebas de ello por medio del análisis de las lenguas cuya evolución podemos seguir a través de numerosos siglos. Ustedes constatarán la extraordinaria constancia de estas lenguas a través del tiempo. Bastan unos cuantos días de estudio a un francés o a un italiano para aprehender textos viejos con ocho siglos de antigüedad. ¿Qué italiano culto tiene problemas para leer a Dante o a Bocaccio, escritores del siglo XIV? Un lector árabe no tiene ninguna dificultad para pasar de la lectura del Corán a los textos escritos en árabe clásico moderno. En cuanto al griego antiguo, con una antigüedad de veinticinco siglos, es necesario indudablemente un cierto aprendizaje para un griego de hoy, pero la continuidad es tal que la dificultad no es insuperable.

Estimado lector: usted sabe seguramente cuán difícil es, a la inversa, descifrar el más pequeño texto latino, aún después de años de estudio.
Además, antes de que usted comience a discutir por las diferencias menores que usted encontrará entre textos antiguos de lenguas diferentes y su traducción en lengua contemporánea, le propongo la lectura de dos textos latinos, extraídos de una excelente obra que le recomiendo leer, en latín o en su lengua, De natura rerum, de Lucrecio. Le doy la traducción del primero, y en cuanto al segundo, le dejo el pasatiempo de descifrarlo: ¡tan cercanos parecen ser el latín y las lenguas romances! De esta manera, usted se encontrará mejor preparado para la lectura de los textos que se encuentran a continuación en francés antiguo, en inglés antiguo, en italiano antiguo y en árabe antiguo.

«Inter enim cursant primordia principiorum motibus inter se, nihil ut secernier unum possit, nec spatio fieri divisa potestas : sed quasi multae vis unius corporis existant.»

«Los àtomos en su movimiento se entrecruzan al punto de que es imposible aislar uno solo y localizar cada una de sus propiedades, las cuales son, al contrario, como propiedades múltiples de un solo cuerpo.»[3]

En cuanto al segundo texto, para facilitar su comprensión, señalo que trata de explicar los movimientos de la luna. Buena suerte…

«Denique cur nequeat semper nova luna creari ordine formarum certo certisque figuris inque dies privos aborisci quaeque creata atque alia illius reparari in parte locoque.»

No, no, no pase tan rápido por ese texto. No es hebreo. Es latín. Usted lo sabe muy bien: la lengua madre de todas las lenguas romances. ¿Cómo? ¿No comprende nada? Eh, bueno, entonces pase ahora a la lectura de textos antiguos.
Del francés antiguo al francés moderno: un contra-ejemplo
En ocasiones se oye a los padres decir que sus hijos no hablan la misma lengua que ellos. ¡Tonterías! No quedarán sino fruslerías del verlan[4] y de la jerga estudiantil o de la jerga de los suburbios. Tenemos una visión deformada sobre nuestro vocabulario y pensamos que nuestra propia jerga es de creación reciente cuando en realidad viene, como todo lo demás, de nuestro propio vocabulario desde los tiempos más antiguos[5].
René Etiemble escribió, hace unos cuarenta años, un panfleto[6] con el objetivo de denunciar la invasión del vocabulario inglés en la lengua francesa. Su libro quería demostrar que el inglés ganaba campo en todos los terrenos, y que el francés se encontraba amenazado de transformarse en inglés. Es cierto que hubo, después de la guerra, un cierto efecto de moda en la época en la que los franceses descubrían el jazz, los blue jeans, las gomas de mascar[7]. Pero se constata hoy en día que cientos de palabras inglesas citadas por Etiemble ya casi no se utilizan. Cito, entre otras, las siguientes: back-ground, living-room, lunch, garden-party, feed-back, businessman, pick-up, corned-beef, duffle-coat, pin-up… Todas estas palabras son o bien desconocidas de las jóvenes generaciones o bien consideradas en desuso. Es el principio de la “inercia lingüística” enunciado por Ferdinand de Saussure lo que entra a operar aquí. Una palabra no subsiste si no es comprendida y aceptada por la mayoría de los hablantes.
Toda innovación era cribada por la práctica y se topaba con la capacidad de absorción de la inmensa mayoría. Es por esta razón que, en la mayor parte de los casos, las jergas quedaron acantonadas en pequeñas comunidades. Les invito a leer La méthode de Mimile[8] que supuesta nos presenta la jerga francesa. Este libro es incomprensible ya que contiene palabras y expresiones propias de un medio marginal. La jerga del “método Mimile” no se propagó, no más de lo que sobrevivirá el verlan, del cual no se comprenden sino muy pocas palabras.
Testigo de la evolución del francés en más de tres siglos, este texto de Molière, extraído de El Avaro, escrito en 1668, en la época del rey Luis XIV:

« ÉLISE : [...] Qui est celle que vous aimez ?
CLÉANTE : Une jeune personne qui loge depuis peu en ces quartiers, et qui semble être faite pour donner l’amour à tous ceux qui la voient. La nature, ma sœur, n’a rien formé de plus aimable. Elle se nomme Marianne et vit sous la conduite d’une bonne femme de mère qui est presque toujours malade, et pour qui cette aimable fille a des sentiments d’amitié qui ne sont pas imaginables. Elle la sert, la plaint, et la console avec une tendresse qui vous toucherait l’âme… »

He allí un texto que tiene más de tres siglos y cuya lengua no difiere del francés contemporáneo más que por algunos cambios de vocabulario mínimos. Lo mismo puede decirse de todo el texto de esta pieza, escrita en prosa. Se puede afirmar que los franceses del siglo XXI se expresan, con pequeñísimas diferencias, como los franceses del siglo XVII.

He aquí ahora dos textos de Rabelais de cinco siglos de antigüedad.

Francés antiguo: En esté je ne sçay quel vent courra; mais je sçay bien qu’il doibt faire chault et régner vent marin. Toutefois si autrement arrive, pourtant ne fauldra renier Dieu.[9]

Francés moderno: En été je ne sais quel vent soufflera; mais je sais bien qu’il fera chaud et que règnera le vent marin. Toutefois, si cela se passe autrement, il ne faudra pas pour autant renier Dieu. (La traducción es mía: ¡ya que yo hablo de manera fluida el francés antiguo!)

Segundo texto de Rabelais:

Francés antiguo: « Ceste année les aveugles ne verront que bien peu, les sourdz oyront assez mal, les muetz ne parleront guieres, les riches se porteront un peu mieux que les pauvres, et les sains mieux que les malades. »[10]

Francés moderno: «Cette année les aveugles ne verront que bien peu, les sourds entendront assez mal, les muets ne parleront guère, les riches se porteront un peu mieux que les pauvres et les bien-portants mieux que les malades».

La ortografía, aún sin codificar, hace que la lectura de los textos de esta época sea difícil. Pero si se adopta una transcripción moderna, la lengua se nos presenta como sorprendentemente estable.
Por supuesto: después de cinco siglos, el vocabulario se ha enriquecido considerablemente debido a la evolución de la sociedad en los terrenos sociales, políticos y económicos, pero no se transformaron ni el vocabulario de base ni la estructura profunda de la lengua.
Más antiguo aún, este texto de ochocientos de edad extraído de la novela Eneas (hacia el año 1 200).

« … celui qui m’en fist don comme fole l’ai tant amé. Sor ces dras voil fenir ma vie et sor le lit ou fui honie. »

El cual traduzco en francés moderno de la manera siguiente : «… celui qui m’en fit don, comme une folle, je l’ai tant aimé. Sur ces draps, je veux finir ma vie et sur le lit où je fus honnie.»
La lectura de un texto del fin del siglo XII es, por supuesto, difícil, en primer lugar porque la ortografía no ha sido fijada aún, como lo vemos en este mismo texto en el que VEUT se escribe a veces VELT para acercarse artificialmente del latín como VOIL. A eso se añaden los inevitables cambios de vocabulario, pero las distorsiones no tocan jamás los elementos fundamentales de la gramática.
En este extracto de la Chanson de Roland, me limité a modernizar la ortografía, sin invertir el orden de las palabras ni cambiar ninguna de ellas.

Le roi masile eut fini son conseil
dit a ses hommes : « Seigneurs, vous en irez,
branches d’olive en vos mains porterez
si me direz a charlemagne, au roi,
pour le sien dieu qu’il ait merci de moi,
ains ne verra passer ce premier mois
que je l’suivrai od mil de mes fideles. »[11]

Estos textos nos hacen remontar en el tiempo más de ochocientos años. Ahora bien, dejando de lado la ortografía, no tenemos prácticamente ninguna dificultad de comprensión, excepto por algunos giros y expresiones que ya no se utilizan. En los dos últimos textos, aunque muy antiguos, no hay ninguna innovación en el plano gramatical, ninguna transformación de la sintaxis y, en resumen, nada parecido al abismo que existe entre la lengua clásica latina y las lenguas romances.
Mi propósito no es entrar aquí en el detalle de las evoluciones del francés antiguo al francés contemporáneo, sino de subrayar la extraordinaria estabilidad de la lengua. De allí mi escepticismo sobre una supuesta trasformación radical del latín en el espacio de apenas unos cuantos siglos.
Del inglés antiguo al inglés moderno, segundo contraejemplo
Reproduzco ahora un texto del poeta inglés Chaucer[12] escrito alrededor de 1390, y doy la traducción en inglés moderno línea por línea.

Whan that Aprille with hise shoures soote
When April with its sweet showers
the droghte of March hath perced to the roote
the drought of March has pierced to the root
and bathed every veyne in swich licour
and bathed every vein in such liquid
of wich vertu engendred is the flour.
from which strength the flower is engendered

Dejando de lado la ortografía, que no se ha estabilizado aún, se observa que los últimos seis siglos no han alterado mucho el inglés hablado en la época de Chaucer. Si colocamos de lado los giros y expresiones propiamente poéticos, notamos una cuasi estabilidad de la lengua. Un siglo más tarde, a finales del siglo XVI, se normalizó la ortografía y la continuidad lingüística aparece de manera más contundente. « To be or not to be, that is the question » no tiene ni una sola arruga después de cinco siglos, como tampoco ninguno de los grandes textos de Shakespeare.
El ejemplo fulgurante del italiano antiguo
He aquí ahora el celebérrimo texto de Dante, extraído de la «Divina Comedia».

Nel mezzo del cammin di nostra vita mi ritrovai per una selva oscura, ché la diritta via era smarrita. Ahi quanto a dir qual era è cosa dura, esta selva selvaggia e aspra e forte che nel pensier rinova la paura ! Tant'è amara che poco è più morte ; ma per trattar del ben ch'i' vi trovai, dir'o de l'altre cose ch'i' v'ho scorte. Io non so ben ridir com'i' v'entrai: tant'era pien di sonno a quel punto che la verace via abbandonai.[13]

Traducción en italiano contemporáneo:

Nel mezzo del cammino di nostra vita
Mi ritrovai per una selva oscura,
perché la dritta via era smarrita.
Ahi, quanto a dire quale era è cosa dura,
questa selva selvaggia e aspra e forte
che nel pensiero rinnova la paura!
Tanto è amara che poco più è morte;
ma per trattare del bene che io vi trovai,
dirò delle altre cose che vi ho scorte.
Io non so ben ridire come vi entrai:
tanto era piena di sonno a quel punto
che la vera via abbondai.[14]

El italiano no constituye la excepción a la regla de la estabilidad de las lenguas en el tiempo, como lo muestra toda la obra de Dante. Cuando comparamos un texto de Dante de 1300 y su traducción en italiano contemporáneo se puede constatar el muy pequeño desfase entre los dos textos en el plano del vocabulario. En cuanto a la sintaxis y a la gramática, ¡no hay ni una sola diferencia en siete siglos!

Lo más sorprendente es constatar que remontándonos hacia atrás siete siglos no nos acercamos en nada al latín. Hacemos la misma constatación cuando estudiamos el francés antiguo. Ahora bien, si el latín se hubiese transformado en las diferentes lenguas romances, no lo habría podido hacer sino gradualmente y deberíamos encontrar los rastros del latín bajo una forma u otra. ¡Nada de eso!

Si en los siete siglos que acaban de transcurrir no hubo casi ninguna transformación del italiano, es evidente que el italiano hablado hace 20 siglos, es decir, durante la época de la Roma conquistadora, era —con pocas diferencias— el mismo que se habla hoy en día.

Comprendemos mejor por qué todas las lenguas romances, desde Rumania hasta Portugal, se asemejan tanto.

Si de manera general las lenguas evolucionan poco, el italiano casi no evoluciona, porque, a diferencia de las otras lenguas, se había estabilizado desde hacía numerosos siglos.
[1] J. Marouzeau, Du latin au français, Les belles lettres, 1957.
[2] Antoine Meillet, Esquisse d’une histoire de la langue latine, librairie Klincksieck, 1985.
[3] Traducción de Henri Clouard, Librairie Garnier-frères, 1939.
[4] El autor se refiere a un hábito particular del habla francesa en cierta jerga que consiste en invertir el orden fonético de las sílabas en una palabra, (similar al vesre utilizado en el español rioplatense). El nombre mismo verlan es la inversión de l’envers (al revés) (Nota del traductor).
[5] Le français que l’on parle, Yves Cortez, l’Harmattan, 2002.
[6] Parlez-vous franglais ?, Étiemble, Gallimard, 1964.
[7] “Goma de mascar” se dice chewing gum en… ¡francés! (Nota del traductor)..
[8] La méthode à Mimile, Alphonse Boudard y Luc Étienne, Éditions du Rocher, 1998.
[9] Pantagruélienne pronostication, 1532.
[10] Ibid.
[11] La Chanson de Roland, escrita en 1050, pero reescrita quizá en 1200.
[12] Geoffrey Chaucer, The Canterbury Tales, 1390, en The english language, David Crystal, Penguin books, 1988.
[13] Dante, La Divina Comedia, escrita alrededor de 1300.
[14] Traduction Chapman, 2005.

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